Estemos alerta
Que no nos sorprenda
Los equipo de buceo ”rebreathers” o recirculadores, han sido utilizados por los buzos no comerciales y civiles, durante más de 60 años para explorar naufragios, arrecifes y cuevas inundadas. En los últimos tiempos, y con el afán de realizar nuevos hallazgos, los exploradores han escogido sitios más remotos y profundos o distantes, para llevar a cabo sus expediciones. El uso de este tipo de equipo ha permitido realizar buceo más profundos y por mucho mayor tiempo, si se los compara con equipos autónomos a circuito abierto.
Independientemente del equipo recirculador que utilicemos, si nos preguntamos cuáles son las principales preocupaciones que se nos presentan cuando hablamos de utilizar este tipo de equipamiento, seguramente lo primero que se nos viene a la mente, serán los diferentes gases a utilizar. Mantener una presión parcial de oxígeno óptima para no caer en hipoxia ni en hiperoxia. Utilizar uno a dos gases diluyentes, que seguramente será helio para lograr mezclas menos densas, y si programamos un buceo profundo, también pensaremos en nitrógeno, para aprovechar su efecto narcótico y evitar o minimizar la aparición de manifestaciones del Síndrome Nervioso de Alta Presión (SNAP). Debido a que estos equipos nos permitirán permanecer un tiempo prolongado bajo el agua, otro factor a tener en cuenta, será la protección térmica, para no caer en hipotermia.
Sin embargo, el convidado de piedra en este tipo de buceo, es el anhídrido carbónico (CO2), que si bien estos equipos tiene un filtro para retenerlo, muchas veces puede aumentar su concentración en el circuito y en el buzo, lo que puede desencadenar una emergencia o hasta la muerte.
La cantidad de CO2 producido por el hombre, es de unos 200 mL/minuto, mientras que la presión parcial (PCO2) en los tejidos, es alrededor de 47 mmHg. El anhídrido carbónico se encuentra en equilibrio con el ácido carbónico y su eliminación de la sangre es en forma continua, para evitar la acidosis, y esto se realiza mediante la respiración.
El centro que controla el ritmo de la respiración, se encuentra en el tronco cerebral. En este centro se encuentran células nerviosas especializadas que constituyen los “receptores”. Estos receptores son muy sensibles a la concentración de iones de hidrógeno (que se mide utilizando la escala de pH) de los tejidos circundantes. El dióxido de carbono difunde entre la sangre arterial, los tejidos y el fluido cerebro-espinal. Aquí, reacciona rápidamente con el agua para formar bicarbonato y iones de hidrógeno, y este aumento en la concentración de iones de hidrógeno es detectado por los receptores. En otras palabras, cuando el CO2 aumenta, la respiración se estimulará, y cuando el CO2 disminuye, el impulso respiratorio se reducirá.
La inmersión, el uso de equipos de respiración bajo el agua y la respiración de los gases a densidades más altas que la del aire a 1 atmósfera, tienen efectos importantes en la función respiratoria para todos los buzos. Estos efectos son potencialmente mucho más importantes en los buzos técnicos que incursionan más profundo y en consecuencia, respiran mezclas gaseosas más densas. El aumento de la densidad del gas aumentará el trabajo asociado con la inhalación y la exhalación. El trabajo y el ejercicio afectan el intercambio de gases, sobre todo la eliminación de CO2. A medida que aumenta la profundidad, disminuye la capacidad de trabajo del buzo. De hecho, es posible que la profundidad máxima al a que pueda desenvolverse un buzo, estará determinada por su capacidad para hacer frente al trabajo de respirar.
Este aumento del CO2 en la sangre arterial, se denomina hipercapnia, la cual es una situación potencialmente peligrosa para el buzo. Inicialmente la hipercapnia puede producir dolor de cabeza y sensación de falta de aire. Cuando el cuadro es más severo, puede producir desorientación, deterioro de la consciencia, y finalmente, pérdida de consciencia. La hipercapnia también incrementa el efecto de la narcosis del nitrógeno y aumenta el riesgo de toxicidad neurológica del oxígeno.
El efecto que tiene la profundidad sobre la presión parcial de los gases respirados, es sumamente importante. Mientras que el 3% de CO2 inspirado puede ser tolerado a presión atmosférica, sin presentar síntomas significativos, ese porcentaje respirado a los 30 metros (4 ATA) es el equivalente de 3 x 4 o lo que es lo mismo, respirar 12% de CO2 en la superficie – un nivel que hará que la toxicidad sea grave.
En la medida en que va aumentando lentamente la cantidad de CO2 en el organismo, se van presentado síntomas, que muchas veces pasan inadvertidos por el buzo.
• falta de aire.
• enrojecimiento de la cara y sudoración (esta última no es fácil de detectar bajo el agua).
• aturdimiento, espasmos musculares, temblores o convulsiones.
• pérdida del conocimiento.
• cefalea pulsátil, por lo general en zona frontal. A menudo tiene una duración de horas, hasta después de haber solucionado la intoxicación.
Como prevenir y evitar la hipercapnia.
· Elija una mezcla de fondo de baja densidad para inmersiones muy profundas donde se prevé un ejercicio significativo.
· Adopte un patrón de respiración que sea lento y profundo y no superficial y rápido.
· Nunca resistir voluntariamente el impulso de respirar o hacer apneas prolongadas.
· Mantenerse entrenado, lo que podría ayudar a evitar el agotamiento de los músculos respiratorios.
· Descartar el adsorbente de CO2 mucho antes del límite de su “vida útil”
· Utilice un adsorbente de CO2 de buena calidad y colóquelo en el equipo meticulosamente.
Es importante resaltar una práctica que realizan muchos buzos, y que es la apnea voluntaria en cada ciclo respiratorio, cuando utilizan equipo SCUBA de aire. Con la finalidad de disminuir el consumo de aire, (y que el botellón de buceo tenga una duración mayor), muchos buzos retienen el aire en sus pulmones por un tiempo determinado entre inspiración y espiración. Esto implica que la ventilación se realiza muy lentamete. El buzo exhala y contiene la respiración, manteniendo sus pulmones vacíos por un período de tiempo determinado, antes de la próxima inhalación de aire. Esta hipoventilación hace que se incremente el dióxido de carbono en los pulmones y en la sagre del buzo, pudiendo caer rápidamente en hipercapnia. Ésta es una de las causas más frecuetes de cefaleas en los buzos.
En octubre de 2004, David Shaw, en un intento por recuperar el cuerpo de un buzo desaparecido años antes, utilizando un equipo recirculador MK 15.5 realizó un buceo en solitario hasta una profundidad de 270 metros en Bushman Hole, Sud Africa. En el intento, perdió el conocimiento y murió ahogado. Estudios posteriores del video recuperado de la cámara que llevaba sobre su casco y la autopsia realizada a su cuerpo, demostraron que por fallas en el equipo, Shaw falleció como consecuencia de una intoxicación por CO2. La frecuencia respiratoria de Shaw antes de perder el conocimiento, era de 36 por minuto (normal de 16 – 20), a pesar de no estar realizado una actividad física muy demandante.
Referente al tratamiento de la hipercapnia, tan pronto se sientan los primeros síntomas, “parar, respirar profundamente y descansar”. El período de descanso debe ser usado para revisar las opciones para modificar satisfactoriamente la situación. Una rápida revisión del equipo es importante. Tener en cuenta que la causa de la hipercapnia puede ser producida por el aumento de la resistencia de válvulas de la boquilla o del cilindro o de recirculación del gas, que se encuentren parcialmente cerradas. Puede también deberse a fallas en el adsorbente de CO2 (frío, humedad). Considerar la reducción de la densidad del mezcla respiratoria al cambiar a otra diferente (a menudo imposible) o por la disminución de la profundidad.
Dr. GMauvecin