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Implantes dentales bajo el agua

Implantes dentales

Un implante dental es un material artificial que se coloca en la mandíbula para sostener un diente de reemplazo o un puente. Los implantes dentales pueden ser una opción para aquellas personas que han perdido uno o varios dientes por alguna  enfermedad periodontal, una lesión, trauma, o alguna otra razón.

La primer evidencia de los implantes dentales se atribuye a los mayas, alrededor del año 600 DC, donde se han utilizado piezas de conchas, jade y oro, como implantes de reemplazo de los dientes inferiores. Un dato sorprendente, fueron las radiografías tomadas en la década de 1970 a mandíbulas mayas, en las que se ve la formación de hueso compacto alrededor del implante-hueso.

Uno sólo puede detenerse y admirar el ingenio del hombre, a lo largo de la historia, en este campo de investigación. Los materiales con los que se desarrollaron los implantes dentales, abarcan la gama de alambre de oro, conchas, marfil al cromo, cobalto, iridio y platino

Pero fue el Dr. Branemark  quien se encontró este descubrimiento accidentalmente en 1952 cuando estaba estudiando el flujo sanguíneo en el fémur de conejo, para lo que le colocó una “cámara” de titanio en su hueso; con el tiempo la cámara se fijó fuertemente en el hueso y no puedo ser retirada. El hueso, en realidad, se había unido a la superficie de titanio. Fue así que surgió el concepto de “osteointegración”

Una vez colocados los implantes dentales, se les deben proporcionar estabilidad mecánica inicial para evitar el movimiento. El movimiento entre una superficie de implante y el tejido óseo, provoca la formación de cápsula fibrosa alrededor del implante que lo hace inestable. De hecho, estudios realizados en animales evidenciaron que un umbral de micromovimientos entre 50 y 100 µm fue tolerable, pero por encima de estos valores, inducen la resorción ósea en la interfaz, lo que produce fibrosis alrededor de los implantes, no permitiendo la osteointegración.

La estabilidad del implante depende de la conexión mecánica directa entre la superficie de implante y el hueso, y se considera que desempeñan un papel esencial en el éxito de la osteointegración, la calidad y cantidad del hueso, la geometría del implante y la técnica de la preparación del sitio.

Si bien todavía hay muchos aspectos a tener en cuenta en la curación peri-implante, lo que podemos decir es que esta cascada de reacción biológica, involucra diferentes aspectos a considerar. El primero y más importante es la osteoconducción, que se basa en el reclutamiento y la migración de células osteogénicas (células generadoras de hueso) a la superficie del implante, a través del residuo del coágulo de sangre peri-implante, por la activación plaquetaria. La segunda fase de curación, es la formación de hueso “nuevo (una matriz mineralizada equivalente a la observada en el tejido óseo natural). Estas dos fases de curación, la osteoconducción y la formación de hueso “nuevo”, dan como resultado la osteogénesis de contacto. La tercera fase de curación, es la remodelación ósea, y es un proceso muy lento que puede llevar varios meses.

En general, los implantes dentales requieren de dos a cuatro, y hasta seis meses para que el hueso se cure (sin estar expuestos a fuerzas adicionales de morder). En los últimos años, las investigaciones han demostrado que, en determinadas circunstancias controladas, los odontólogos pueden “cargar” inmediatamente los implantes (colocar los dientes protésicos) o bien el mismo día, o poco tiempo después de que hayan sido colocados. Esto es algo controvertido, ya que la mayoría de los casos requieren un periodo de curación de dos a seis meses antes que la restauración protésica pueda ser finalizada.

Por lo hasta acá descripto, queda bien en claro que con la finalidad de no “estropear” el resultado final de la colocación de un implante dental (nada barato por cierto), habrá que esperar cierto tiempo biológico, para lograr el éxito esperado.

Las estadísticas proporcionadas por la Asociación Americana de Cirujanos Orales y Maxilofaciales, muestran que el 69% de los adultos entre los 35 y los 44 años han perdido por lo menos un diente permanente por un accidente, o enfermedad de las encías, por un tratamiento de conducto fallado o la caries dental. Podemos decir que este grupo etario, comprende las edades que más activamente practican buceo, tanto recreativo y/o comercial.

Entonces acá surgen dos preguntas: Una vez realizado el implante, después de cuánto tiempo se puede regresar a bucear?; y la otra, Se puede bucear con implantes dentales?

  • Respecto a la primer pregunta, la respuesta quedó evidenciada en lo antes descripto. Vale decir, que antes de reiniciar las actividades de buceo, sean comerciales o recreativas, debe pasar suficiente tiempo como para haber permitido la osteointegración del implante. Es decir, que si las condiciones fueron óptimas, el acto quirúrgico sin complicaciones, sin haber realizado una “carga” prematura del implante, sin traumatismos ni infecciones, lo recomendado es dejar transcurrir 6 mese con previo control radiológico que indique que el implante se encuentra firmemente fijado al hueso, como para retomar el buceo. Si el implante fue colocado para sostener una prótesis removible, ésta deberá ser retirada antes de iniciar la actividad de buceo. Ahora bien, sin la prótesis, se deberá asegurar la correcta estabilización de la pieza de boca, si ésta fuese utilizada.
  • Referente a la segunda pregunta, se ha mencionado ya hace unos años, que el daño producido en el hueso, puede alterar la normal circulación, lo que podría incrementar el riesgo de la formación de burbujas en la interface implante-hueso, y así desarrollar enfermedad de la descompresión. Si el implante se ha colocado recientemente, habrá dolor agudo, y se perderá la capacidad para mantener la pieza de boca en su lugar, lo que impedirá bucear. Por lo tanto, no se debe bucear con un implante que ha sido recientemente colocado. Por otra parte, la inflamación persistente y los cambios en el flujo sanguíneo, podrían poner en peligro la liberación eficiente del gas inerte (nitrógeno) almacenado en los tejidos lesionados, posiblemente aumentando el riesgo de ED. Sin embargo, después de la curación y la correcta osteointegración, y con la aprobación por parte del cirujano odontólogo de manera satisfactoria, se puede reanudar el buceo. Una vez que se ha producido la curación completa, existe poca o ninguna evidencia para sugerir un mayor riesgo de ED, por lo que no hay contraindicación para la práctica de buceo.

Y qué ocurre con los aparatos de ortodoncia para alinear los dientes?

En la mayoría de los consultorios odontológicos, ya se recibe la misma cantidad de niños y de adultos mayores que necesitan someterse a un proceso ortodóncico. De acuerdo con la opinión de diferentes profesionales, el número de tratamientos en adultos se triplica cada 5 años. En parte se debe a que con las nuevas técnicas se permiten solucionar los problemas bucales de forma imperceptible para los demás, y en un menor tiempo.

Cuando se decide ir a bucear con algún aparato de ortodoncia, el riesgo es mayor con los aparatos de metal convencional o brackets cerámicos, y aún con los aparatos de ortodoncia linguales. El punto es que estos aparatos tienen puntas agudas en las que se puede enredar la pieza de boca del regulador o del snorkel. Una solución para estos casos, podría ser el uso de una tira de cera de silicona para cubrir los soportes y los alambres para reducir la probabilidad de un desgarro de la boquilla en algún borde afilado. En caso de utilizar aparatos «invisibles», la solución es retirárselos para bucear.

Dr. GMauvecin

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