La enfermedad de la descompresión (ED), es la expresión de una variedad de condiciones fisiopatológicas que ocurren como consecuencia del cambio de estado de los gases disueltos en el cuerpo del buzo, que pasan a una fase gaseosa. Esta entidad se manifiesta por signos y síntomas de variada intensidad, en forma aguda o subaguda, de forma bien definida o solapada.
Golding y col., en 1960, copiando de las manifestaciones de los trabajadores de “caisson”, dividieron los síntomas en ED tipo 1 o “síntomas leves” y ED Tipo 2 o graves. Pero además, describieron muchas otras manifestaciones, a las que llamaron “agujetas” (dolores inespecíficos) que no recibían tratamiento alguno.
La ED de tipo 1 se definió como dolor, por lo general en una articulación, con un inicio promedio de aparición, a las 3 hs (rango 0 – 12 hs) después de haber alcanzado la presión atmosférica. La mitad de estos casos respondían bien al tratamiento recompresivo.
La ED de tipo 2 se definió como síntomas distintos del dolor, tales como vértigo, shock, anomalías visuales, parálisis, defectos del habla, convulsiones o inconsciencia. El inicio de los síntomas era más rápido, con una media de 50 minutos después de haber alcanzado la presión atmosférica.
En 1985, Dick y Massey desarrollaron una escala de gravedad para las manifestaciones neurológicas de ED (ya sean sensitivas y/o motoras), siendo 10 el valor máximo de la escala:
Sensorial
1. Parestesia – miembro único o área
2. Parestesias – múltiples regiones
3. Entumecimiento – región o miembro único
4. Entumecimiento: dos regiones o extremidades
5. Entumecimiento – tres o más extremidades
Motor
1. Debilidad – una sola extremidad o grupo muscular
2. Debilidad – múltiples regiones
3. Parálisis – una sola extremidad o grupo muscular
4. Parálisis – dos miembros
5. Parálisis – tres o más extremidades
Con la finalidad de evitar o prevenir la aparición de manifestaciones de la ED, a lo largo del siglo pasado, se fueron desarrollando diferentes algoritmos (cálculos matemáticos), con los que se puede calcular la cantidad de gas disuelto en cada uno de los “tejidos”, de acuerdo con sus tiempo de semi saturación, y de esta manera, se puede determinar si ese perfil de buceo requiere o no paradas de descompresión.
De acuerdo con un estudio realizado por DAN Europa, aproximadamente el 95% del los buceos recreativos se realizan hoy con una computadora u ordenador de buceo. Los algoritmos más difundidos y utilizados, independientemente de la marca de la computadora, son el algoritmo de Bühlmann ZHL-16 (modelo de gas disuelto) o Wienke RGBM (modelo de burbuja), con una distribución aproximadamente 50/50 en toda la población del estudio. De cualquier manera, los buzos tienen una tendencia a confiar ciegamente en ellas, sin pensar siquiera, que los protocolos de validación subyacentes a la comercialización de dichas computadoras y los algoritmos que utilizan, distan mucho de ser perfectos. Es así que la validación de las computadoras de buceo, son procesos largos y costoso. En la mayoría de los casos, los fabricantes no disponen de datos suficientes para asegurarnos que su equipo funciona con cierto nivel de riesgo o grado de reducción del riesgo para el buzo. Se acepta que utilizando las computadoras u ordenadores, la probabilidad de padecer un accidente descompresivo va del 2 al 5%, y de ED neurológica, en el rango de 0,2 – 0,5%. (Divers Alert Network, 2000, 2001).
Generalmente, los buzos no tiene en cuenta esto, y al comprar una computadora de buceo, creen que éstas son infalibles y que los accidentes no sucederán mientras que se apeguen a la información que ellas les brindan. Sin embargo, si nos ponemos a indagar más profundamente en los algoritmos de buceo de nuestras computadoras, nos daremos cuenta que por más que sigamos estrictamente las instrucciones de las mismas, los accidentes pueden ocurrir, aunque raramente ocurren.
En el estudio llevado a cabo por DAN Europa, presentado en la reunión de EUBS de 2015, en su base de datos de registros de buceo, compararon inmersiones que resultaron en ED, con inmersiones en las que no se generaron signos o síntomas de ED. Se registraron 327 casos ED (206 varones y 121 mujeres) y 65,304 inmersiones sin síntomas. Los investigadores evaluaron la posible contribución de los perfiles de buceo, la edad, el sexo, la altura, el peso de los buzos, el trabajo durante la inmersión, el traje seco y húmedo, la temperatura del agua, los problemas agudos de salud y otros inconvenientes durante la inmersión.
La diferencia más significativa entre los buceos que culminaron con ED y los que no lo hicieron, fue el perfil de buceo. En los buceos que terminaron con ED, las inmersiones fueron más profundas (33,8 vs 29,1 mts. de agua de mar) y de más tiempo de duración (50 minutos contra 39 minutos). Factores como el peso, la altura, la carga de trabajo, el traje de buceo, la temperatura del agua y los problemas durante la inmersión, no evidenciaron diferencias significativas.
Con la finalidad de tratar de encontrar una medida práctica de la severidad o agresividad de la exposición del buceo, los investigadores estimaron el factor de gradiente (FG) en cada inmersión e hicieron comparaciones de grupo. El factor de gradiente es la relación estimada matemáticamente entre la supersaturación máxima tolerable en los tejidos (valor M de Bühlmann o del algoritmo seleccionado), y la saturación real estimada durante la descompresión. Cuando la saturación del tejido es igual a la sobresaturación teórica (valor M de Bühlmann), el FG es igual a 1. Cuando la saturación del tejido excede la sobresaturación máxima tolerable, teóricamente el gas no puede permanecer más en solución y pasa a un estado gaseoso, tanto en los tejidos como en la circulación. Es decir que si el valor es mayor de 1 (bucear hasta que el FG se acerca al límite teórico), esto implica un mayor riesgo de ED, por lo que se deberá mantener siempre el FG por debajo de 1.
Como se puede ver en el siguiente gráfico, en este estudio el FG fue mayor en el grupo con ED (0,49 a 1,15 y valor medio de 0,79) en comparación con el grupo sin síntomas de ED (0,21 a 1 con un valor medio de 0,67). Al poder controlar los FG en las computadoras u ordenadores, los buzos pueden establecer los límites de éste, a niveles más bajos, para reducir su riesgo de ED. Este ajuste de FG puede variar, pero no debe ser mayor de 0,80.
Sin embargo, llama mucho la atención que en este estudio realizado por DAN Europa, el 10% de los buceos que finalizaron en ED, se llevaron a cabo llegando al máximo nivel de sobresaturación de gas inerte recomendado (90% ó más de los valores de M); otro 10% de los buceos con ED se realizaron con niveles de sobresaturación entre el 80 y 90% de los valores de M, mientras que el 80% restante de los buceos con ED fueron realizados con niveles de sobresaturación inferiores al 80% del máximo permitido. Esto demuestra muy claramente, que el algoritmo matemático no es suficiente. Evidentemente hay factores biológicos que deben ser tenidos en cuenta para prevenir la aparición de manifestaciones de ED.
Sin embargo, los factores de exposición (FE), o volúmenes críticos, como los derivados por Hennessy y Hempleman (1977), pueden ser usados de manera similar para evaluar el riesgo de inmersiones sin descompresión utilizando como medidas, el gas disuelto y la presión de ascenso segura. El valor de PRT (Presión por la Raiz cuadrada del Tiempo) es un indicador de la gravedad de la exposición de inmersión, donde P = presión en bar, T = tiempo de inmersión en minutos. Si este valor supera 25, se cree que el riesgo de incidencia de ED aumenta bruscamente. Por lo tanto, es sumamente importante programar los buceos de manera de permanecer por debajo de este nivel. Por ejemplo, si tomamos el Recreational Dive Planner (DSAT de PADI) y vemos que para un buceo a 18 mts. (2.8 ATA) el tiempo de buceo sin descompresión es de 55 min. En consecuencia el FE va a ser:
FE= P√t FE= 2.8√55 = 21
Es así que un valor de FE de 20, es considerado un límite de seguridad personal aceptable, mientras que un índice hasta 25 se va acercando al límite máximo de seguridad, y un valor superior a 25, es considerado una exposición excepcional.
Pero cuando se analizaron los FE de los buceos en la base de datos de DAN, se vio que el 60% de los inmersiones se encontraban dentro de un FE de 20, otro 18% alcanzó un FE de 25 y que el 32% de los buceos restantes, produjeron un FE mayor de 25.
Las computadoras más nuevas, hoy en día le permiten al buzo hacer perfiles de buceo más conservadores, lo que implica un paso hacia la “personalización” de la computadora. Pero es fundamental, tener siempre presente que: la computadora de buceo no tiene frío ni calor, no tiene en cuenta factores conductuales y ambientales que influyen en el buceador, no sabe cuánto alcohol ha bebido el buzo, si ha consumido o no medicamentos, el grado de hidratación del buzo. Tampoco sabe si el buzo es gordo o flaco.
La evaluación de los datos provistos por este estudio, demuestran que a pesar de los bajos niveles de burbujas y de bucear alejado de los límites teóricos de sobresaturación, se siguen presentando signos y síntomas de ED en algunos buzos. Es por esto que se deberán considerar, además, los factores biológicos del buzo.
Dr. GMauvecin