PELIGROS PARA LOS “HOMBRES DE LAS CAVERNAS”
Los doce miembros del equipo de fútbol Jabalíes de Tailandia, y su entrenador, fueron rescatados exitosamente en el mes de julio pasado, y la angustia que generó su atrapamiento, y posteriormente su rescate, ya se ha disipado. Estuvieron encerrados dentro de la cueva Tham Luang Nang No (Gran Cueva de la Dama Dormida), al norte de Tailandia. El sistema se compone de una serie de cámaras a lo largo de diez kilómetros de túneles y pasadizos, situadas bajo la montaña de Doi Nang Non, y considerada como una de las mayores atracciones turísticas de la zona.
“Los Jabalíes”llegaron a la entrada de la cueva para una jornada de turismo, y una vez dentro del sistema, y por las intensas lluvias monzónicas, se vieron obligados a adentrarse cada vez más y más, hasta que finalmente lograron ubicarse en una elevación dentro de la cueva a unos 4 km de la entrada.
Allí permanecieron a la espera de ser rescatados, hasta que después de 14 días fueron localizados, y a partir de ese momento, se inició la operación de extracción de todos ellos.
Mucho se ha escrito y hablado sobre los diferentes métodos del rescate, pero lo que yo quiero hoy, es ofrecerles ahora una mirada sobre el aspecto médico sanitario al que estuvieron expuestos tanto “los Jabalíes” y su entrenador, como los rescatistas involucrados en su extracción del sistema de cuevas.
Como todos los deportes denominados extremos, el solo hecho de ingresar dentro del sistema de cuevas donde se encontraban atrapados, fue una tarea arriesgada. La mayoría de las personas al momento de involucrarnos emocionalmente en las tareas de rescate, seguramente, primero pensamos en la importancia de contar con buenas cuerdas y elementos de iluminación, el equipamiento de buceo más adecuado para el rescate de personas con escasa o nula experiencia en buceo; las mezclas respiratorias a ser utilizadas, etc. Pero casi con seguridad, ningunas, o muy pocas personas, piensan en las enfermedades que se pueden contraer bajo la superficie.
Más allá de resbalones, caídas y rasguños, tanto los rescatistas como lo rescatados, estuvieron expuestos a contraer una serie de enfermedades raras y poco frecuentes, a causa de los habitantes normales u ocasionales de las cuevas. Las más características son la histoplasmosis, la rabia, la leptospirosis y la fiebre recurrente transmitida por garrapatas de los murciélagos, roedores, garrapatas y otros insectos.
El ambiente dentro de las cuevas está considerado como uno de los más estables de la biosfera. Una de sus principales características, es la ausencia total de luz en los niveles inferiores, lo que aumenta la posibilidad de sufrir accidentes que impliquen aplastamiento y traumatismos, contusiones, raspones, cortes y fracturas, en los que ingresen a ella.
La temperatura del aire dentro de una cueva es generalmente muy estable, y juega un papel preponderante en la composición y distribución de la fauna de la misma, incluyendo murciélagos, roedores, aves, reptiles, anfibios y artrópodos. La mayoría de las enfermedades infecciosas adquiridas en las cuevas son causadas por agentes vinculados a esta fauna.
Los animales que viven en cuevas, pero que regresan a la superficie para alimentarse, incluyendo osos, ratas, serpientes, mapaches, golondrinas, polillas y zorros, son llamados “trogloxenos”.
Histoplasmosis
La histoplasmosis, también conocida como “enfermedad de las cuevas” es la afección que más está asociada con la exploración de estos lugares. Su agente causal es un hongo, el Histoplasma capsulatum. Es endémico en América del Norte, Central y del Sur; el Caribe; Europa; Asia Central y Oriental; África; y Australia.
El hongo se desarrolla en el suelo y se cree que su crecimiento está favorecido por la presencia de excrementos de aves y murciélagos que proporcionan una buena fuente de nitratos, que aceleran la formación de esporas. Los murciélagos, a diferencia de las aves, pueden infectarse con H capsulatum. El contagio se produce por la inhalación. La exposición aguda produce desde infección asintomática hasta neumonitis grave con un importante compromiso respiratorio. En la mayoría de los casos, la enfermedad puede resolverse sin terapia en el término de un mes. De lo contrario, el paciente requerirá de un tratamiento anti fúngico.
Rabia
La rabia es una enfermedad causada por los denominados virus ARN. Actúan como vectores (agentes transmisores), los animales infectados por medio de sus arañazos o mordeduras, entre los que se encuentran los murciélagos, perros, zorros y mapaches, entre otros.
Una vez en el organismo infectado, el virus compromete al sistema nervioso central, causando una encefalomielitis aguda y progresiva que casi siempre es mortal. Se caracteriza por tener un período de incubación variable, pero debe sospecharse en todo individuo que ha estado dentro de una cueva, o que tuvo contacto con posibles vectores y que presenta una encefalitis rápidamente progresiva, disfagia, hidrofobia, paresia o paraestesia.
Fiebre hemorrágica
Evidentemente la relación entre los murciélagos y las cuevas concluye en una simbiosis, con beneficios mutuos. Los murciélagos también son vectores vinculados a la transmisión de un tipo de fiebre hemorrágica que tiene un alto índice de mortalidad. El virus responsable tiene la capacidad de causar brotes dramáticos con una elevada tasa de mortalidad que puede llegar al 80%.
La enfermedad causada por este virus tiene un comienzo brusco, con cefalea severa y malestar general. Muchos pacientes desarrollan manifestaciones hemorrágicas alrededor de la semana de la aparición de los síntomas, y los casos fatales generalmente se caracterizan por la presencia de sangrado de múltiples sitios. Se debe sospechar la infección en todo individuo que presente fiebre, junto con un rápido deterioro clínico y hemorragias, que ha regresado de una región sospechosa, es decir de cuevas.
Leptospirosis
La leptospirosis es un problema de salud pública, sobretodo en las zonas tropicales y subtropicales húmedas con climas templados.
Debido a la exposición al agua y a la orina de los animales que viven dentro de las cuevas, todo individuo que ingrese en ellas, se pone en un riesgo particular de contraer leptospirosis. Las ratas son un reservorio común de leptospirosis, pero también se ha encontrado que los murciélagos son portadores, especialmente en el sudeste asiático. Algunos aspectos de la explotación de las cuevas en un clima tropical pueden maximizar la exposición a la leptospirosis; por ejemplo, el calor y la humedad elevados en estos climas pueden llevar a que se use menos ropa protectora, lo cual, a su vez, expone más la piel y aumenta la probabilidad de abrasiones cutáneas -una conocida puerta de entrada para el organismo– a medida que los cuerpos de los que ingresen en las cuevas hacen contacto con las rocas. Los ríos subterráneos pueden aumentar el riesgo de exposición al drenar sus aguas hacia múltiples cuevas del sistema. Las cuevas sirven como hábitat de múltiples niveles tanto para murciélagos como para ratas, pero pueden drenar su orina contaminada a través de una sola vía común de agua.
El diagnóstico de leptospirosis se debe sospechar en todo paciente que se presente con fiebre de inicio brusco, escalofríos, congestión conjuntival, cefalea, dolores musculares e ictericia (coloración amarillenta de piel y conjuntivas). Es por esto, que muchas veces hay que hacer el diagnóstico diferencial con el dengue y las fiebres hemorrágicas virales en aquellos pacientes que adquieren infecciones en países donde estas enfermedades son endémicas.
La enfermedad generalmente se diagnostica en el laboratorio mediante la detección de anticuerpos. La leptospirosis es una enfermedad potencialmente grave pero tratable. El tratamiento con antibióticos eficaces debe realizarse tan pronto como se diagnostique la misma. La transmisión puede prevenirse usando ropa protectora (botas, guantes, gafas, máscaras); lavándose o duchándose después de la exposición a la orina o a la tierra o al agua contaminadas; y lavando y limpiando las heridas.
Fiebre recurrente de las garrapatas
La fiebre recurrente transmitida por garrapatas es una enfermedad febril aguda caracterizada por remisiones y recaídas. Su agente causal es la Borrelia y se transmite a los seres humanos por la picadura/mordedura de una garrapata infectada. Por lo general, el humano se infecta solamente en áreas donde habitan los vectores (las garrapatas). Se encuentra principalmente en áreas oscuras y húmedas como cuevas y edificios abandonados.
Tiene un período de incubación de aproximadamente 7 días, y comienza abruptamente con fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, mialgia, artralgia y dolor abdominal.El diagnóstico se realiza por la visualización directa de las espiroquetas de Borrelia en un frotis de sangre periférica. El tratamiento se realiza administrando antibióticos.
AIRE VICIADO/AIRE CONTAMINADO
En abril de 2017, Xisco Gràcia, un experimentado geólogo y buzo de cavernas, junto con un compañero, ingresaron en una cueva de la isla española de Mallorca, como parte de una expedición de rutina. Después de algunas horas de buceo, los dos se extraviaron y Gràcia permaneció atrapado dentro de la cueva submarina, por más de 60 horas hasta que fue rescatado, donde solo pudo respirar el aire de la cámara que tenía unos 80 metros de largo por 20 mts. de ancho y un espacio entre el agua y el techo, de 12 metros. Ese “aire” que respiró, paulatinamente, se fue convirtiendo en aire viciado, por el aumento del CO2 y disminución del O2.
Lo que normalmente llamamos Aire viciado, es una atmósfera que produce un notable efecto fisiológico anormal en los seres humanos que lo respiran. Estas concentraciones de gases, que pueden ser letales, las encontramos en cuevas, minas, alcantarillas, drenajes, edificios, barcos y otros espacios.
Pero cuando pensamos en gases peligrosos para los humanos, seguramente nos viene a la mente gases venenosos o inflamables como el metano, el amoníaco, el sulfuro de hidrógeno y el monóxido de carbono. Y muchas veces pasamos por alto a un gas que hasta nosotros producimos como parte de nuestro metabolismo, que es el dióxido de carbono (CO2). Este gas incoloro, inodoro e incombustible es el que regula nuestra frecuencia respiratoria.
Cuando nos ubicamos en el contexto de las cuevas, debemos tener presente que el CO2 es 1,57 veces más pesado que el nitrógeno y 1,38 más pesado que el oxígeno. Esto hará que si la atmósfera está quieta por cierto tiempo (días), el CO2 por difusión molecular, formará una capa cerca del piso. El enriquecimiento de la atmósfera con CO2, tendrá diferentes efectos en el organismo. Por otro lado, se irá produciendo la dilución de los otros gases (N2 y O2) componentes del aire de esa atmósfera. A modo de ejemplo, se necesita agregar un 5% de CO2 a una atmósfera de aire, para disminuir el porcentaje de O2 a 20%. Es decir que no alcanza para llegar a niveles de hipoxia. Pero si la concentración de CO2 alcanza el 10%, esto puede causar una parálisis respiratoria y la muerte en pocos minutos, incluso teniendo niveles de O2 suficientes para la vida.
El aumento del porcentaje de CO2 afecta enormemente el intercambio gaseoso a nivel pulmonar. El intercambio de O2 y del CO2, se realiza a nivel de la membrana alvéolo capilar en los pulmones, por difusión. El oxígeno difunde a través del revestimiento de los alvéolos y entra en la circulación, mientras que el CO2 lo hace en dirección contraria. La difusión se produce porque un gas en alta concentración se moverá a un área de concentración relativamente más baja, hasta que se alcance un equilibrio. Cuando respiramos aire fresco, esto permite que el CO2 en la sangre, que está a una concentración alta, difunda al aire inhalado en los alvéolos, donde la concentración es menor.
Poniendo esto en el contexto de una atmósfera dentro de una cueva, si el aire inspirado, contiene una concentración relativamente alta de CO2, la hemoglobina de la sangre que circula por los alvéolos pulmonares será incapaz de deshacerse del CO2 de desecho del cuerpo, por lo que la hemoglobina no podrá tomar O2 fresco. Esto llevará a un aumento del CO2 en la sangre y a una asfixia.
Dentro de una cueva, hay diferentes posibilidades como para que aumente el porcentaje de CO2.
- El CO2 se introduce en la atmósfera de la cueva a partir de las aguas subterráneas. Esto ocurre porque el CO2 es absorbido por el agua subterránea cuando pasa a través de la superficie del suelo que contiene altas concentraciones del gas, debido a la descomposición de la vegetación
- El CO2 es el resultado del metabolismo orgánico y de microorganismos o de la respiración de fauna como los murciélagos o de los seres humanos.
Dr. GMauvecin
Edición periodística: Álvaro López Melián
Foto de portada: Visual hunt